AMSTERDAM; MÁS ALLÁ DEL SEXO Y LA MARIHUANA A LA CARTA

Silencio. Y de forma aislada y puntual, el sonido del timbre de alguna bicicleta. Ese es el ruido que percibes cuando te vas adentrando en las calles del centro de la capital holandesa. Muy distinto al de grandes urbes donde el caos del tráfico empaña la tranquilidad necesaria de cualquier visita turística. No hay chicas con las ventanas abiertas limpiando el polvo de su casa al son de Camela, ni vecinas gritando lo bien que huele el puchero de la del quinto. ¡Ay, qué cambia todo con un poquito de hueso añejo!. En Ámsterdam no. Todo es armonía. Y no deja de ser curioso, ya que es uno de los centros históricos más grandes de Europa. Los grandes y llamativos canales y su arquitectura antigua, entran en perfecta comunión con una forma de vida cosmopolita, abierta y moderna. Esto, y mucho más, hacen que sea uno de los destinos preferidos de los turistas que quieren tener un grato recuerdo de una de las ciudades con más historia de la vieja Europa. Eso sí, también es muy conocida por su vida nocturna, ¡pero bastante!, donde el desenfreno no tiene límites motivado por básicamente dos causas: la legalización de la marihuana y la pérdida de tabús en sus barrios rojos. ¿Cultura o fiesta casi sin restricciones? Cada cual tiene en su mano elegir una u otra opción. Ambas alternativas pueden ser complementarias o sustitutivas.

Pero si nos centramos más en la obligada visita cultural (la “otra”, es de ámbito más personal y no se necesita de guía escrita), este antiguo pueblo pesquero tiempo ha, ofrece una gran diversidad de actividades para atraparnos con historia antigua y moderna en diversas formas. Aunque pasear por sus callejuelas y canales de forma libre durante horas, ya sea a pie o en bicicleta, es una experiencia única, echar mano de alguna guía para no perderse muchos rincones y comprender su atractiva historia es más que recomendable.

En esos paseos no podemos dejar atrás la popular plaza Dam, perfecto punto de partida para empezar a adentrarnos en la controvertida historia de la prostitución y de las drogas, en la trágica historia de Ana Frank y la no menos olvidada ocupación Nazi. Nos quedaremos enamorados de la estrechez de las fachadas de las casas, de la existencia de ganchos en las mismas, del origen de las tres equis de sus escudos, del hueco cedido a las casas okupas en pleno centro… son muchas las preguntas que nuestras mentes se formulan tras pasear a lo largo de sus calles. Muy pocos rincones interesantes, como el oculto Convento de Begijnhof, se deben dejan atrás en un recorrido que podría culminar con una curiosa historia que nos va persiguiendo durante el mismo: El Milagro de Ámsterdam. Que cada uno ponga en práctica sus dotes de investigadores. Y que cada uno valore si cree o no en los milagros, libre (o no) desustancias psicoactivas.

¿Más visitas recomendadas? Los olores y colores del Mercado de las Flores son únicos, y la oferta de museos es bastante amplia. Y es que Ámsterdam, como capital oficial desde hace varios siglos de los Países Bajos, fue cuna de grandes artistas, y además del obligado Rijksmuseum, existen otras grandes opciones como el Museo de la Casa de Rembrandt, que fue el hogar y taller de este maestro barroco, o el Museo van Gogh, que posee la mayor colección de pinturas del peculiar artista postimpresionista. Grandes joyas pictóricas de todas las etapas del arte de los Países Bajos al alcance de nuestra mano, bien merece parte de nuestro tiempo. Recordaremos con cariño aquellas láminas que ilustraban nuestros viejos libros de asignaturas que han divergido con el tiempo.

Pero dependiendo del tiempo de estancia en Ámsterdam, el abanico de posibilidades es bastante amplío. Además de profundizar en la misma ciudad, podéis salir y visitar auténticos pueblos holandeses con bellos paisajes armónicos de praderas y molinos. Caso de Volendam y Zaanse Schans, donde los populares quesos y suecos de madera, canalizan la ambientación de su visita. También otros pueblos pesqueros como Marken, puede ser otra opción más que válida. Capítulo aparte se podría dedicar a estas visitas fuera de la urbe de Ámsterdam, aunque esa es la imagen que el partido conservador de Holanda quiere vender de cara al exterior como máximo atractivo. ¿Putas y porros? No, ¡tulipanes y molinos!.

Y como importante ciudad europea que es, su avanzada red ferroviaria te permite visitar más destinos dentro de Holanda, e incluso si el cuerpo aguanta y disfrutáis del tren como medio de transporte, importantes ciudades de Bélgica y Dinamarca, están relativamente muy a la mano. Todo depende del tiempo de estancia y de la planificación personal y propósito real del viaje. Lo que no cabe duda es que, además de los coffee shop y el Barrio Rojo, la capital holandesa emana historia y placeres suficientes para que sea destino obligado de nuestras escapadas turísticas. Ámsterdam nos ofrece mucho más que sexo y marihuana a la carta.

Satur Romero Márquez

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