Cap 6. HAY UN MODO

Creo recordar que la última vez nos quedamos en Amsterdam. Al final pasé dos semanas allí. Tocando todos los días en el Vondelpark. Por motivos de poco interés para vosotros decidí volver antes a Málaga. No tenía fecha de vuelta, pero me he propuesto llegar sobre Diciembre.

Amsterdam ha sido genial, he conocido a muchísima gente interesante. Entre ellos, uno en especial. Os voy hablar de él aunque no creo que unos párrafos puedan acercarse a perfilar la esencia de nadie. Pero hasta ahora, no tengo más que palabras para éso, algún día haré una canción.

Nació en Irak, perteneciente a una religión minoritaria de la que quedan menos de dos cientos mil adeptos en el mundo, su familia emigró en los años noventa tras la guerra del Golfo. Es extraño el efecto llamada en las migraciones. El caso es que la mayor parte de los que profesaban esta fé se fueron a Australia y Suecia. Camino a Australia, donde nunca llegaron, su familia paró en Indonesia, estuvieron allí un tiempo y finalmente emigraron a Estocolmo. Habla seis dialectos del árabe, inglés, noruego, sueco y, según sus palabras, un poco de albano-kosovar que aprendió estando en campos de refugiados.

Éste es sólo lo que podríamos llamar su contexto histórico. Aparte de esto es peluquero, organizador de eventos y tiene ventitrés años. Me ha dado pena marcharme porque tenía ideas geniales.

Íbamos a organizar una buena en Dam (una de las plaza principales de Amsterdam). Él iba a congregar público (no he conocido nadie a quien se le pueda dar mejor) alrededor de un escenario con nada más que una butaca, una guitarra y una alfombra roja. Cuando hubiera suficiente gente yo llegaría en un bici taxi en calzoncillos y con gafas de sol. Me acercaría por la alfombra roja, daría una palmada y el me ofrecería un vasito de zumo, con una nueva palmada me traería un traje, y a la tercera palmada la guitarra. Tocaría un rato, me levantaría, me quitaría el traje y me iría en el bici taxi.

La idea era pactar con un bar o coffeshop un precio especial para organizar un concierto y llevar a la gente que estuviese interesada en la plaza. ¿no es sencillamente genial? Algún día lo llevaremos a cabo.

Mi estancia en Amsterdam se resume perfectamente con la sensación que tuve al marcharme. Me he ido de cientos de sitios, algunos donde dejaba muchos amigos a los que sabría que no volvería a ver en mucho tiempo o quizá nunca más, sin embargo estoy más que entrenado y mis sentimientos no suelen aflorar. En el caso de Amsterdam sentí un extraño vacío mientras me iba. Como decía la canción «pero yo sé que un día voveré» (esta referencia está reservada al entendimiento de aquellos mayores de cuarenta años o a jóvenes con una extraña afición por la cultura popular española).

Después de Amsterdam me dirijo a Heidelberg, al sur de Alemania. No sin antes pasar por Colonia y visitar mi catedral más preferida del mundo. En Heidelberg me espera Will, mi hermano pequeño, que a pesar de ser pequeño es un grande. Cuando llego está de viaje en Berlín con los colegas así que decido conocer la ciudad por mi cuenta. Es bastante bonita y tiene puntos establecidos para poder tocar en las zonas más turísticas de la ciudad. Tocando en uno de esos sitios, una pareja me pide que toque en un concierto benéfico que se celebra la semana siguiente y acepto, ya os contaré como va. Al segundo día llega la lluvia. Así que decido retirarme al monte.

Después de un par de días de contemplación (la más excelsa de las actividades humanas según Aristóteles) y lectura concienzuda de la Fundación de Asimov entre la espesa floresta alemana, la lluvia y la niebla, derepente sale el sol y decido darme un paseo a ver que encuentro.

Nada apuntaba a que lo que me iba a encontrar es el sitio donde he grabado el video de esta semana. Encontrarte de sopetón con un sitio así sorprende bastante, es lo bueno de el turismo no convencional que es más sorprendente que el tradicional al estilo rebaño. Es un teatro de construcción nazi en medio del bosque. Me quedé encandilado durante una hora observándolo. Estos nazis tenían muy buena mano.

Un par de días después subí con Will a grabar el tema. Está grabado a unos cien metros de distancia. Los nazis al memos supieron dar a César lo que es del César e imitaron a la perfección los principios arquitectónicos greco-romanos en materia de teatros. ¿Cómo podemos ser tan estúpidos como para olvidar estos conocimientos y construir nuestras decadentes «salas de conciertos» despilfarrando miles de euros y toneladas de equipo? Lo peor de todo es que la mitad de los «cantantes» de nuestra época, debido a éste uso tecnológico desmedido y a su propia vagancia artística, no serían capaces de hacer llegar su voz a la tercera fila sin un micrófono de por medio. Mejor dejamos el tema, me sulfuro con facilidad, y he decidio que en este blog sólo voy a meterme con grandes masas de gente y no con gremios concretos, que luego la gente se enfada. Y como empiece con el gremio de los cantantes me faltan bits para terminar.

El tema de esta semana es To Love Somebody de los Bee Gees, pero no de los barbudos ochenteros, sino de los Bee Gees anteriores a eso. Cabe recordar que su carrera musical empezó en 1963, os recomiendo encarecidamente los discos de finales de los sesenta y principios de los setenta. De este tema, versionado espectacularmente por Nina Simone, extraigo el título de este blog. La letra dice algo así como «hay un modo, o eso dice la gente, de hacer cada una de las cosas, pero ¿de qué me sirve si no te tengo a tí?»

Carlos Moratalla

Mi nombre es Carlos Moratalla. Soy músico y técnico de sonido, con todo lo que eso trae consigo. Tengo un grupo, más que un grupo una hermandad. Nos hacemos llamar Oceans. También soy músico callejero. Hasta ahora he tocado siempre en mi Málaga natal, a la sombra de la manquita, a excepción de unos meses que pasé en Barcelona. Allí fue donde aprendí casi todo lo que sé sobre esto, en la parada de metro de Ciutadella.

Hace unos meses decidí que iba a coger el coche y recorrer Europa con la intención de visitar a algunos amigos que tengo desperdigados y ahorrar algo de dinero tocando o, al menos, volverme sin haber perdido nada. Mi idea era visitar Granada, Jaén, Ontígola, Durango, Ginebra, Amsterdam, Cracovia, Basilea y Barcelona. En total más de 7.000 km. En este blog os iré relatando mis aventuras y desventuras por el camino acompañando cada texto con un video cantando alguno de los temas que interpreto en la calle.

 

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